18 mayo 2013

Mercedes Luna Fuentes


menciona a
Ernesto Lumbreras
José Eugenio Sánchez
Juan Carlos Bautista
Luis Felipe Fabre
Omar Pimienta


bio-bibliografía

Nació en Monclova, Coahuila en 1969, es autora de dos libros de poemas: yo/carnicero (2008) y Elogio a la incomodidad (2011). Ha colaborado en distintos suplementos culturales como Guardagujas, Papeles de la Mancuspia, Acequias y La casa del Tiempo, entre otros. Sus poemas han sido incluidos en antologías en México y España. Actualmente ostenta la beca del PECDA en el área de Creadores con trayectoria en la disciplina de Poesía.



Poemas

Pizarra digital


Bienvenidos
vendedor comprador visitante    noventa y cuatro mil cuatrocientos dólares por el riñón de un condenado a muerte    dinero para sobornar a buenos profetas    noventa y cuatro mil cuatrocientas noticias higiénicas diarias    no nos importan muchas cosas    noventa y cuatro mil cuatrocientas cuentas burbujeantes de caviar en línea –que no existe    sexo sin sexo    noventa y cuatro mil cuatrocientos rezos antiguos por la humanidad suspendidos en la costilla tridimensional del tiempo    creyentes –pocos son los entierros que van camino a casa    noventa y cuatro mil cuatrocientos botones azules activados en la red de aquí hacia el resto del mundo    los desterrados viven aquí    noventa y cuatro mil cuatrocientos motores se activan por las noches    el cansancio no es suficiente    noventa y cuatro mil cuatrocientos caminantes frente a la muerte con un condón en mano   todos atesoramos un bisturí    noventa y cuatro mil cuatrocientos cableados finos alargan sus dedos hacia nosotros    la electricidad es la electricidad    noventa y cuatro mil cuatrocientos ciberpilotos van al cielo    volar sigue siendo un sueño   noventa y cuatro mil cuatrocientos ciegos en la antesala de la oscuridad    vivimos la ceguera de otros    noventa y cuatro mil cuatrocientas cuerdas sujetan los elevadores de la ciudad    la caída sigue siendo la caída    noventa y cuatro mil cuatrocientos cuerpos heridos de vida por el carnicero    seguimos esperándote seguimos esperándote    noventa y cuatro mil cuatrocientas hachas llenan los vagones    no vamos a cancelar el metro    noventa y cuatro mil cuatrocientas cunas apiladas a los costados de nuestros caminos    nos sentimos solos    bienvenidos     bienvenidos      b

Del libro yo/carnicero.



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modular la voz : un delfín atraviesa la bahía



un hombre habla así

sesenta años cara de luna y labios de mujer

rubio


dice que nació en África

y la camisa de seda blanca le ilumina el rostro

dice en inglés

mi sobrino ganó un grammy

por efectos especiales en Hollywood


Poema del libro Elogio a la incomodidad.


Emprenden caminos a lugares tan incómodos y necesarios como la habitación.
Instalados en –intenciones– botas que golpean el desierto, o en la cima de tacones delgadamente falsos, los pies avanzan a lugares inseguros: su propia casa. Ellos favorecen las apariciones nocturnas, los cuentos de horror por las mañanas, las entregas a domicilio. Son jaulas soberbias de incomunicación también.


Desdeñan teléfonos celulares, desdeñan a la red. Son expertos en utilizar aviones, autos, pavimento, banquetas, arena.

Uno de ellos toca
con su planta una pantorrilla
o se hunde sobre el pecho.
El pie se siente bien
al desaparecer
por momentos.


Los pies tienen un acojinamiento suave en la base para aminorar la herida que produce el aproximarse a otros pies.

Para examinarlos bien hay que acercar primero un instrumento: poseen un empeine silencioso, de una suavidad acosadora. Sus venas tímidas se esconden entre los dedos. Los huesos estrechos abrigados por una blanda garantía. Hay que observar su talón oval experimentado.

Bajo sombras de nicotina, luego de admirarlos, tomar esa herramienta. Tomar el mango del mazo, levantarlo en lo alto y estrellarlo sobre ellos. Quebrarlos. Perfectamente romperlos. Descansar.

Poema del libro Elogio a la incomodidad.