menciona a
Ernesto Lumbreras
José Eugenio Sánchez
Juan Carlos Bautista
Luis Felipe Fabre
Omar Pimientabio-bibliografía
Nació en Monclova, Coahuila en 1969,
es autora de dos libros de poemas: yo/carnicero (2008)
y Elogio a la incomodidad (2011). Ha colaborado en
distintos suplementos culturales como Guardagujas, Papeles de
la Mancuspia, Acequias y La casa del Tiempo, entre
otros. Sus poemas han sido incluidos en antologías en México y España. Actualmente
ostenta la beca del PECDA en el área de Creadores con trayectoria en la
disciplina de Poesía.
Poemas
Pizarra digital
Bienvenidos
vendedor comprador visitante noventa y cuatro mil cuatrocientos dólares por el
riñón de un condenado a muerte dinero para sobornar a buenos
profetas noventa y cuatro mil cuatrocientas noticias
higiénicas diarias no nos importan muchas
cosas noventa y cuatro mil cuatrocientas cuentas burbujeantes
de caviar en línea –que no existe sexo sin
sexo noventa y cuatro mil cuatrocientos rezos antiguos por la
humanidad suspendidos en la costilla tridimensional del
tiempo creyentes –pocos son los entierros que van camino a
casa noventa y cuatro mil cuatrocientos botones azules
activados en la red de aquí hacia el resto del mundo los
desterrados viven aquí noventa y cuatro mil cuatrocientos
motores se activan por las noches el cansancio no es
suficiente noventa y cuatro mil cuatrocientos caminantes
frente a la muerte con un condón en mano todos atesoramos un
bisturí noventa y cuatro mil cuatrocientos cableados finos
alargan sus dedos hacia nosotros la electricidad es la
electricidad noventa y cuatro mil cuatrocientos ciberpilotos
van al cielo volar sigue siendo un sueño noventa
y cuatro mil cuatrocientos ciegos en la antesala de la
oscuridad vivimos la ceguera de otros
noventa y cuatro mil cuatrocientas cuerdas sujetan los elevadores de la ciudad
la caída sigue siendo la caída noventa y cuatro mil
cuatrocientos cuerpos heridos de vida por el carnicero
seguimos esperándote seguimos esperándote noventa y cuatro
mil cuatrocientas hachas llenan los vagones no vamos a
cancelar el metro noventa y cuatro mil cuatrocientas cunas
apiladas a los costados de nuestros caminos nos sentimos
solos bienvenidos
bienvenidos b
Del libro yo/carnicero.
//
modular la voz : un delfín atraviesa la bahía
un hombre habla así
sesenta años cara de luna y labios de mujer
rubio
dice que nació en África
y la camisa de seda
blanca le ilumina el rostro
dice en inglés
mi sobrino ganó un grammy
por efectos especiales en Hollywood
Poema del libro Elogio a la incomodidad.
Emprenden caminos a
lugares tan incómodos y necesarios como la habitación.
Instalados en
–intenciones– botas que golpean el desierto, o en la cima de tacones
delgadamente falsos, los pies avanzan a lugares inseguros: su propia casa.
Ellos favorecen las apariciones nocturnas, los cuentos de horror
por las mañanas, las entregas a domicilio. Son jaulas soberbias de
incomunicación también.
Desdeñan teléfonos
celulares, desdeñan a la red. Son expertos en utilizar aviones, autos,
pavimento, banquetas, arena.
Uno de ellos toca
con su planta una
pantorrilla
o se hunde sobre el
pecho.
El pie se siente
bien
al desaparecer
por momentos.
Los pies tienen un
acojinamiento suave en la base para aminorar la herida que produce el
aproximarse a otros pies.
Para examinarlos
bien hay que acercar primero un instrumento: poseen un empeine silencioso, de
una suavidad acosadora. Sus venas tímidas se esconden entre los dedos. Los
huesos estrechos abrigados por una blanda garantía. Hay que observar su talón
oval experimentado.
Bajo sombras de
nicotina, luego de admirarlos, tomar esa herramienta. Tomar el mango del mazo,
levantarlo en lo alto y estrellarlo sobre ellos. Quebrarlos. Perfectamente
romperlos. Descansar.
Poema del libro Elogio a la incomodidad.