06 marzo 2007

Julio Trujillo

















mencionado por
León Plascencia Ñol

menciona a
David Huerta
Daniel Saldaña
Gerardo Deniz
Luigi Amara
Tedi López Mill
Karen Plata



Bio-bibliografía

Nació en México, D.F., en 1969. Cursó la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas, en la UNAM. Desde hace quince años se dedica a la edición de suplementos y revistas culturales, como la Revista Universidad de México, la Revista Mexicana de Cultura, El Huevo y Letras Libres, revista de la cual es, actualmente, Director Editorial con sede en Madrid. Ha colaborado en Vuelta, Gaceta del F.C.E., Poesía y Poética, Biblioteca de México, Cuadernos Hispanoamericanos, Rosa Cúbica, Sibila, Letras Libres y otras publicaciones. Es autor de los libros Una sangre (Trilce, 1998), Proa (Marsias, 2000), El perro de Koudelka (Trilce, 2003) y Sobrenoche (Taller Ditoria, 2005).



Poética

“Hasta ahora todo va bien”, dijo a medio camino el que se aventó del rascacielos.



Poemas


DIGO PIEDRA

¿Por qué
si digo piedra
los goznes de las letras se entumecen?

Piedra:
y un azote de cal
seca mi lengua,
los verbos se amurallan en sus nichos,
necios,
amedrentados por lo férreo
y su hipotético candado.

Roca:
y se sujetan las palabras
más aéreas,
no me desoyen por su buena educación,
no abren las alas
por temor a disiparse
y no ser lo que son y después qué.

Qué.

Tal vez los goznes giren si arengamos
al aceite,
si el lúbrico resbala hasta la roca
y le unge un ósculo en sus labios
agrietados.
Un óleo veleidoso
que corrompa
los estatutos de la piedra
puritana.

Sí,
por un desliz valiente
que se abran las palabras.
Un arrecife de moluscos no es tan arduo,
es un gozne jovial,
una cintura sublevada
tan girando.

Piedra,
definitiva flor,
planeta inadvertido,
ven a mojar tus labios
en mis vocablos húmedos,
te ofrendo lirios anegándose,
un indumento de lama
y miles de algas:
agua.

Oye sus sílabas fluviales:
agua;

o éstas esponjadas:
moho;

te doy una pasión:
las olas,
ellas amansarán las líneas de tu rostro.


De Una sangre (1998)




HIP HOP

¿Oyes el diapasón del corazón?
Ramón López Velarde
Soy un tambor en su mejor tensión,
casi una superficie desollada,
secreta piel que vibra
debajo de la piel.

Y todo es percusión en la epidermis,
la más delgada brisa
–que no sabe
que llevo miles de años esperándola–
extrae de mí sonidos
que gozan de su propia duración.

Diré que no he dejado de ulular
desde que un soplo
echó mi piel a andar sobre sí misma.

(He sido acorde sordo
y estridencia,
he sonado sin ciencia,
pero mis cuerdas templo
desde que se enroscaban en cordón.)

Difícilmente sé
bajar la voz:
tengo alma de barítono,
arranques de mariachi y calentura
de negro en malecón.

Quiero cantar porque me impulsa un ritmo
que impone como un óleo
su motivo.
Lo escucho con los ojos:
más allá de observar aves y árboles
veo gerundios volando
y esdrújulas con ramas genealógicas.

Verbos para beberse y consonancias
de dorso acariciable.
La curva de mi oído se pronuncia
como la pera
de mortal peralte.

Conozco la fatiga:
la mente nunca apaga su sinfónica.
Pero hoy soy un tambor
y el mundo me seduce con sus palmas.

No sé si alguien escucha.
Las vacas de Ted Hughes tal vez gozaron
las líneas de Chaucer.
¿Habrá un rebaño que me preste orejas?
¿Ablandaré el gran cálculo de piedra
como un río sus guijarros?
¿Penetraré en tu sangre para darle
un nuevo hervor?

Cada interrogación es una llave
centrífuga de sol.
No importan las respuestas sino el timbre
con el que formulamos las preguntas,
la música y el hip hop,
la trenza de fonemas enlazados.

El ritmo, el puro ritmo
con que se desenvuelve el corazón.

De El perro de Koudelka (2004)



HAMBRE FINGIDA Y VERDADERA SED

Hambre fingida y verdadera sed.
Hambre fingida de una mesa circular, erizada de guisos recordados. Hambre fingida de risotto y setas, de lonchas adheridas a la osamenta del ala, y hambre de párrafos, de raciones de veinte o treinta líneas encuadradas, como galletas saladas. Hambre de traducir lo que el marrano le dice a la gallina sobre la mesa circular; de perseguir al chancho hasta el medievo, con un sable de luz que se transforma, entre las manos atónitas, en un garrote nudoso. Hambre de encadenarse a la gallina de un solo tarascón, también fingida pero ya insuflándose: realidad empollada, enamorada de sus reverberaciones.
Sed real de un bloque azul, a la deriva en el invierno de la Antártida. Sed verdadera de espirales de aire, que insisten en la boca de la copa desde hace miles de años, encandiladas por una mentira. Sed de un veneno cuyo efecto tarda, tan improbable como aurora mentolada. Sed no de los cristales sino de su posible, de su alma en lo anfractuoso. Sed de una redecilla que no acaba, aunque parezca truncarse en lo dentado. Sed roma, sin modales, que ve pasar la saciedad y no se hinca, ya fábula contada por un bruto.
Fingida sed y hambre verdadera.

Inédito

6 comentarios:

Rodrigo Castillo dijo...

Hola Julio, qué buenos poemas, me gustan¡¡ gracias por entrar a Las Elecciones. saludos

Daniel Saldaña París dijo...

Ese mi Julio, a ver cuándo se deja ver por estas tierras. Releí hace poco Sobrenoche, una maravilla...

Cibernáufragos de Las Afinidades: no dejen de ver los poemas y textos varios que de vez en cuando cuelga este señor en el blog de la redacción de Letras Libres

Irena de O dijo...

Hola Julio un gusto en conocer tus letras llenas de ritmo y cadencia,de fuerte contenido,escondido en óleo de palabras, ví la imagen de la roca deshaciéndose.
Me encantó este escrito, donde puedo encontrar más de tus letras.
Que la vida te sonría.
Irena

JUAN JES dijo...

Julio! Poeta querido

JUAN JES dijo...

Rodrigo! Que buen blog!

Anónimo dijo...

"Digo Piedra" es un Poema con "P" no con "p" maravilloso.
La palabra piedra en la piedra ....que es de pronto más que hundida en el agua, violada por el agua.
Muy bueno Felicidades!