11 febrero 2008

Gerardo Deniz

Fotografía de Omar Mesinas










mencionado por
Carla Faesler
Rocío Cerón
Josué Ramírez
Fernando Fernández
Rodrigo Castillo
Tedi López Mills
Feli Dávalos
Julio Trujillo
Eduardo Padilla
Santiago Matías
Fernando Carrera

menciona a
Alí Chumacero



bio-bibliografía

Gerardo Deniz seudónimo de Juan Almela Castell nació en Madrid
en 1934. Llegó al Puerto de Veracuz, México, a bordo del barco
lisbonense Nyassa a la edad de ocho años. Su gran afición es la música. Este año recibió el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2008.



poética

"...las sacralidades me provocan urticaria".



poemas


Ignorancia

Cuando se quita del labio usted el epíteto escupiéndolo
:::::::::::al rostro de la amada,
siente usted que ha cumplido, hasta que le sale otro,
:::::::::::v. gr. de tabaco,
y el proceso se repite ad nauseam.
Lo malo es esa manigua poblada de grillos y leopones,
:::::::::::esa insuflación de burbujas en el tuétano
—en una palabra, todo lo que hormiguea, desazona
:::::::::::un rato y hace amanecer los lunes
pensando
cómo será que a mis tíos y tías los poetas
les escurre lo que relatan
y viven para contarlo.


Edipo al cubo

Con dos tijeretazos cayó su pantycelyn
y la contemplé desnuda, canosa por encima y la mitad,
curva como un signo harto interrogativo,
apoyada en el bastón de magnesio
sobre un montón abundoso de ropa sórdida.
La empujé al box-spring y temí por su esqueletamen;
fue arduo lograr que subiera las piernas
pero era excitante aquella risa cascada al intentarlo.
Advertí asimismo que los pies edematosos eran suyos, no míos:
inconsecuencias del mundo sublunar.
Nunca se tienen ochenta años en balde,
warte nur, balde-
::::::::::::::::::::mas tampoco anticipemos.

Besé la boca de tanino arcaico,
avanzando la lengua por una brecha de dientes faltantes
::::::y adyacentes;
compilé un seno con ambas garras,
lo plegué sobre sí mismo dos veces a lo largo antes de estatuirlo,
y entre un acceso de tos (productiva) de doña Violante
tres dedos míos le exploraron el pabellón de un oboe sumerso,
forrado interiormente de papel de china.
Descendí entre aquellas rodillas arrugadas como codos:
luego de haber hipotecado mi tolemaico existir
(si bien no en este orden)
por el olor amazónico de alguna criatura trecena,
el agreste del cuarto o quinto lustro,
el monárquico (y constitucional) en la especie madura
—ahora olía igual que cuando uno acompaña a los condenados
::::::rumbo al auto de fe
y en el cortejo se cuela un chivo poco expiatorio y las beatas
::::::::::huyen batiendo sus tocas.
Ella tiritaba como una itzcuintla, tiritaba pese a mi pasión,
expuesta en cueros a las intemperies de la discreta lámpara,
y yo, atosigado al adherir a su natilla de carcoma el
::::::::::vigésimo timbre postal,
le salté súbito encima, loco puma,
y cubrirla, estrujarla, gritarle mi pío al oído (hasta
::::::que entendiera).

Mientras yo la embestía sin cuartel,
ella, con un pulgar y el índice,
se meneaba un colmillo flojo, color ocre,
y crujía toda del dolor agridulce, retorciéndose,
cuchicheando frases truncas entre carrasperas
hasta que, al aproximarse a la cima,
consiguió arrancárselo,
se realmió una raya de sangre, lo toró sobre mi hombro
—y me detuve en seco,
pues sonó que rompía algo de cristal fino, tal vez una ilusión.
Corrí a encender la luz del techo, busqué a gatas, pero
::::::nada hallé.


Artocarpa

Atrapé a la gula por una trenza
y me la senté en las rodillas.
Cómo pesaba.
Su cabello de chilacayote;
sus pómulos de mazapán barnizado,
con perfectos círculos cereza;
su sobaco, al abrazarme, fragante a aperitivo.
Era bastante pazguata, la pobre.
—Ea —le dije, simulando satisfacción—, te quedas y,
como la sabiduría popular previene que
la mujer en casa, y con la pata rota,
tú dirás cuál te quiebro, de preferencia
por la mitad. Ocupó entonces mi asiento,
extendió una como Felipe II, yo
procedí— y oh, sorpresa:
sonó (y sentí) como si partiera una excelente barra de pan.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

yeha baby yeah
don johnny almela imprescindible
miles de loores. . .

Anónimo dijo...

(y me lo digo a mí:)

¿Para qué tantos brincos estando el suelo tan parejo?

Gracias provincianas por traer hasta esta selva selvaggia e aspra e forte a un poeta más grande que todos los nacionales desiertos.

Anónimo dijo...

¡me sumo a la alegría de julián, que también está dentro de los desiertos nacionales! Gerardo Deniz es el poeta más joven cuya es obra es la de mayor maduración en gran parte de Hispanoamérica. Un saludo!

Ana Corvera dijo...

wow, maestro, qué chido hallarlo por estos rumbos, un abrazototote

Anónimo dijo...

Supongo que esto es lo que pasa (y debe pasar) en listas gerundiales como ésta: Deniz las engrandece brutalmente, como lo hace con nuestras letras completas. Y, casi obsceno, empequeñece todas las demás particularidades. Acaso él mismo rechazaría este comentario, ya que la sacralización, según, le provoca urticaria. Y qué. Antonio Carreira llamó un día a Deniz "poeta por accidente"; pero estamos hablando de Carreira, y de Deniz. Monstruos auténticos, amigos personales pero también cómplices, verdaderos hombres de letras. ¿No es, un comentario como el de Carreira, la sacralización anulada y, al mismo tiempo, el reconocimiento de que poetas hay tan pocos? Salud, pues, porque este blog comienza (y ojalá siga) a considerar poetas.

Óscar David López dijo...

El rey, definitivo.

Òudi-Ló

feligrés dijo...

la poesía tiene futuro, podemos seguir cavando; like first anónimo said: yeah baby yeah. la ciencia dura de don juan habrá de seguir colonizando y no creo rebotar disparatado, con un colchón rechoncho en eso que tenemos por posteridad. con tal grasa que resbala tan cerda cómo no.

Anónimo dijo...

Los trompetazos de Deniz, entre más acá o entre más allá, siguen siendo trompetazos.

Edson Munguía dijo...

viejo cabrón, que bien conoce y desconoce la lengua.

Edson Munguía dijo...

Viejo cabrón. Que bien conoce y desconoce la lengua.

Rojo Son de Córdova y Mendoza dijo...

maravilla!