18 diciembre 2007

Alonso Ruvalcaba












mencionado por
Eusebio Ruvalcaba

menciona a
Vicente Quirarte
Adrián Román
Luigi Amara
Aurelio Asiain



bio-bibliografía

Alonso Ruvalcaba (Ciudad de México, 1973). Editor y columnista (antrobiótica, los jueves en La Jornada). Se entusiasma, escribe poesía unos meses y luego se le olvida varios años. En 2003 ganó el Premio de Poesía Joven de Aguascalientes con un libro escrito en 1997. El último tirón de entusiasmo, del que provienen estos poemas, ya duró más de catorce meses: récord personal. Habría sido filólogo si no hubiera abandonado la escuela después de terminar la secundaria. Tiene un blog: http://antrobiotics.blogspot.com.



poética




poemas

el sermón de los lunes


tras theodore roethke

conozco la tristeza inexorable
de los lápices puestos en cajitas
el dolor del cuaderno y el teclado
la miseria del fólder de manila
y la desolación en escritorios
recepciones y archivos solitarios
la dieta inalterable de los faxes
el ritual de los clips y los correos
y la duplicación sin fin de vidas
y de objetos y he visto el polvo en muros
burocráticos fino como harina
viviente peligroso como el ántrax
y lo he visto avanzando por las tardes
del tedio y he mirado la película
que el polvo deja en el cabello, polvo
en las uñas los hombros en las cejas
en las caras de siempre repetidas



dean: sobre mojado 0.3

1.

a través del sureste, por pueblitos
cuyos nombres olvido de inmediato,
la lluvia nos siguió
a nuestras vacaciones:
decidió estacionarse sobre el carro
y nos ha acompañado hasta el hotel:
miramos la ventana y nuestros ojos
repasan las tumbonas y la alberca
gris, el bar allá afuera está cerrado,
el hotel está solo:
pareciera que alguien avisó que la lluvia
venía con nosotros...
ya no me acuerdo cómo
éramos cuando éramos
los otros:
antes, tal vez, la lluvia hubiera sido
un vespertino don, un gozo, un premio,
el rumor atareado de la lluvia,
pero ésta no es aquella lluvia
ni la lluvia después de la sequía,
el estallido
primero de las nubes que devora
la sequía de agosto,
cuando la cuarteada tierra entera
parece trepidar y tiemblan todas
las hojas
y las cosas llorando alzan los brazos:
nosotros, animales enjaulados
adentro de sí mismos,
nos guarecemos en el cuarto blanco
y gris: alfombra gris y muebles grises, sábanas
equilibradas entre el gris y el blanco
y el espejo repite el gris y el blanco
interminablemente:
no llueves ya como antes,
cuando el mundo, recién lavado, era
una tarde pluvial que tú pedías
compartir conmigo:
ésta es la lluvia que sucede aquí,
ahora mismo,
no es la lluvia que bruscamente aclara
el día minucioso ni la lluvia
que sin duda sucede en el pasado.


2.

esta lluvia sucede en el hotel,
en los cuartos, las casas, las iglesias,
no nos deja salir a ningún lado,
esta lluvia terca no permite
sacar el ataúd a la costera;
es la lluvia que sigue para siempre
cayendo en una lenta noche umbrosa,
desbaratando los nidos,
la Lluvia con mayúscula,
la lluvia del presente y el futuro:
es la lluvia que siempre está cayendo,
la que allana la cerca de la vida
tomada de la mano de la muerte,
ésta es la lluvia urbana
que llueve sobre pilas de cadáveres,
la que ha vuelto esta tarde
como una gris alcoba submarina,
la lluvia que ha oxidado
la voluntad: la lluvia interminable
que siempre llueve dentro de nosotros,
que cae y que escurre de la mente,
que cae desde un cielo ceniciento
y no tiene razón de ser:
es la lluvia
que tamiza
la ceniza
de otra lluvia.


3.

entonces, cuando veo
que sale agua del baño
hacia el cuarto, que el cuarto está anegándose,
y la alfombra y los muebles anegándose,
el hotel anegándose y la lluvia
es la lluvia por fin del fin del mundo,
volteas tú, perdida para siempre,
hermosa todavía mas perdida,
sostenida del hilo de los celos,
húmedo, y de la muerte sostenida
unánime y me dices:
“está lloviendo mucho, alón, ¿y si mejor nos regresamos?”



líneas sobre tintern abbey

diez años han pasado:
los cuento: diez veranos
lentos como diez inviernos lentos;
nuevamente la interna voz tranquila
de estas aguas que corren
desde un manantial en la montaña
y nuevamente el campo y el peñasco:
imágenes de un claustro silente como el cielo
y en la mente un encierro aun más profundo;
yo de nuevo reposo
a la sombra del árbol verdinegro:
allá abajo los huertos, las parcelas
todo vestido
de un verde matiz de frutos jóvenes
todo perdido
entre bosquecillos y arboledas:
nuevamente los setos
que casi no son de ser tan poco
y una curva de humo entre los árboles
callada, incierta,
se diría que asciende de una cueva
donde un ermitaño espera frente
al ermitaño fuego:
el humo, la cascada, las parcelas,
estas formas felices no me han sido
en todos estos años
como un paisaje invisto para un ciego:

::::::::en cuartos deslavados bajo un foco
::::::::macilento, ahogado en el sillón
::::::::entre cuatro paredes amarillas
::::::::en el estruendo de ciudades, lejos,
::::::::en la hora del tedio o del insomnio
::::::::en el tiempo del hambre o del hartazgo,
::::::::he visto los engranes del recuerdo,
::::::::he sentido su pálpito en la sangre
::::::::y sentido su calma y su resguardo:
::::::::y lo he visto partir del corazón
::::::::hacia un lugar más puro en el cerebro:
::::::::he entendido su influencia en mis bondades:
::::::::el acto mínimo, secreto, anónimo,
::::::::que es la parte mejor de cualquier hombre;

y les debo otro don aun más sublime:
un ánimo en que el peso
la carga del misterio
y de este mundo incomprensible
se aligeran –un ánimo sereno
en que, el aliento y casi
el impulso de esta sangre humana
suspendidos, duerme el cuerpo y somos
alma viva: y un ojo armónico,
silencioso y feliz,
ve la vida ya viva en cada cosa:

y acaso estas creencias son en vano
mas cuántas veces, cuántas, en la necia penumbra sin fisuras o entre las muchas formas del día hecho de espinas;
cuando el infructüoso estruendo preocupado, cuando la fiebre toda de este mundo me cubren con su peso el corazón;
cuántas veces, cuántas, ha volado mi espíritu a tu abrazo, oh campo, oh monte, oh río, oh secreto seguro deleitoso, y junto a ti, ermitaño, cuántas veces mi espíritu sentado frente al fuego;

está el recuerdo a punto de extinguirse
y muchas de estas cosas se emborronan
y tiene todo un poco de tristeza
y hay en todo también un desconcierto:
pero hoy estoy aquí frente a las sílabas
del paisaje y su música revive
y hay un placer presente y la certeza
de que en este momento dilatado
hay vida y alimento por venir:
y acaso así será aunque más no sea
yo el que fui cuando estuve por primera
vez en estas colinas –verso, estancia–:
iba como un cervato en la montaña,
brincaba por la margen de los ríos
y pastaba en la orilla del arroyo,
el arroyo de tinta sobre el blanco,
no era un hombre que busca lo que ama:
era un hombre que escapa de sus miedos,
me dejaba llevar por la poesía
leída en el peñasco, en el paisaje,
pues el paisaje entonces (esos días
se han ido y sus placeres y su ritmo)
era en mi corazón todas las cosas;

y no puedo pintar lo que era entonces:
cuando con su rumor la catarata
y con sus ecos süaves
:::::::::::::::::::::las aves
y con sus dulces corrientes
:::::::::::::::::::::las fuentes
y con cláusulas de olores
:::::::::::::::::::::las flores
y con sus verdes gargantas
:::::::::::::::::::::las plantas
eran un apetito un sentimiento
que no necesitaba al pensamiento;

ese tiempo se ha ido
y con él
sus dolorosos goces y sus éxtasis:
no me quejo: otros dones han seguido,
la recompensa abunda en esa pérdida:
escuché en el paisaje
la música tranquila de lo humano,
que no lastima o hiere mas sojuzga,
e intuí una presencia que me inquieta
con un alto, dichoso, pensamiento:
que hay algo más profundo cuya casa
está en la luz de soles vespertinos,
en el océano redondo, el aire
vivo, en el cielo azul y en nuestra mente:
hay un impulso tras las cosas vivas
y los versos son cosas que están vivas,
hay versos palpitantes como pájaros,
hay un impulso tras las cosas vivas,
la catarata cae como un verso,
en el verso resuena la cascada,
la sílaba va en busca del peñasco,
un rebaño de sílabas abreva
en el arroyo y yo soy un amante
tranquilo del arroyo y de la tierra,
del mundo de la vista y del oído
y he hecho del paisaje –la poesía–
el ancla, la nodriza y el guardián
del alma y del cerebro...
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::y es posible
que todas estas cosas sean en vano:

no temeré,
amiga mía, hermosa amiga mía,
amada y tierna amiga mía, amiga
detenida en las lindes del poema,
pues en tu voz está la voz
del hombre que yo fui
y en la luz de tus ojos
el encendido rayo de mis dichas:

::::::::¡que mire un poco más lo que yo fui,
::::::::antigua amiga mía!

aquí voy a escribir una plegaria
pues yo sé que el paisaje o la poesía
no traicionan el alma que los ama
y que está en el paisaje
el llevarnos de un gozo hasta otro gozo
–el gozo que es ahora el gozo del futuro–:

::::::::brille entonces la luna metafórica
::::::::en tu camino, sople el viento libre
::::::::al paso de un poema de doscientos
::::::::años, sendas de letras,
::::::::paréntesis de río
::::::::y sobre el río puentes de cesuras:
::::::::que tú mires la luna y pises sílabas
::::::::y te mojes las manos en el río;
::::::::y cuando el joven éxtasis de ahora
::::::::sea ya un pálpito tranquilo, entonces,
::::::::cuando tu mente sea
::::::::la casa de estos versos escandidos,
::::::::entonces, en los días
::::::::bajo el peso del mundo y del misterio,
::::::::en las noches de insomnio pedregoso,
::::::::recuerdes que una vez hubo un poema
::::::::que curaba tu mente y que recuerdes
::::::::las cosas que te dije...
::::::::y es que acaso
::::::::yo viva en el lugar donde tu voz no se oye
::::::::(vivir es un decir de la costumbre)
::::::::y no pueda abrevar del agua viva
::::::::de tus ojos –no olvidarás entonces
::::::::que el poema creció como un arroyo
::::::::surtidor de metáforas, de vida,
::::::::que estuvimos sentados en la margen
::::::::del poema:
::::::::se recuesta el paisaje ante nosotros,
::::::::el humo, la cascada, las parcelas,
::::::::el poema se extiende como un campo,
::::::::no olvidarás que quise este paisaje
::::::::porque sus letras dicen nuestros nombres



para jessica servín

4 comentarios:

mctelloli dijo...

Me da gusto leer a Alonso más alla de su blog.

Anónimo dijo...

Este tipo es un mamón. Lamentable su fusil descarado de Wordsworth.

Boris Tomislav Hiche dijo...

poesia no comprometida...mucho jueguito de palabras....poema para hacer un guino a una mujer

Boris Tomislav Hiche dijo...

rectifico: gran poema...