24 abril 2007

Leonel Rodríguez













fotografía de Cecilia Solís

mencionado por
Cosme Álvarez

menciona a
Cosme Álvarez
René Higuera
Daniela Ramos Cardoso
Óscar Paúl Castro
Francisco Alcaraz
Abril Medina


bio-bibliografía

Nació el 28 de enero de 1978. En 2003, su poemario Tu piel paciente mereció el Premio Interamericano de Poesía Navachiste para jóvenes creadores. Ese año publicó poemas en Oráculo, en la página electrónica pecadoscapitales.org y en revistas y suplementos de Sinaloa; también fue parte de las puestas en escena Desde un comienzo y, en 2004, Café Carnaval, acompañando a los músicos Cosme Álvarez, Óbal, Jaime López, Maru Enríquez y el Negro Espinoza.
Prepara un libro de poemas.

puede leerse en

http://poesinaloa.blogspot.com/


Los poemas que siguen son inéditos. Salvo la Poética, fueron leídos el 23 de noviembre en la ceremonia de clausura de la Feria del libro de Los Mochis.


POÉTICA

Yo soy el mundo. Aquí soy el mundo,
está en la palabra.

Limpio espacio
crece en la mirada,
su ramaje abre una sonrisa
en el rostro de una ella,
desconocida.

Decirle la sonrisa al mundo
es la lluvia que rebosa la vasija
donde alguno bebe su reflejo.

Sin mirada, el hombre es exiliado,
sombra entre fantasmas.

Cuando yo es Nadie,
el punto del ojo es el espacio iluminado,
es el fondo del tejido,
viento entre las hojas de palmera,
río que cuenta sus dedos de oro y verde,
carne del mundo en la cara del poeta.



I
Estoy sentado y pienso dar mi sombra por la calle que recuerdo.
El mar mundo de ritmos comunales ahoga mansamente en esta hora su roer,
afina un cauce limpio para darse al demuestro de nosotros
-los caminos se abren como brazos dentro de la comba que dice silencio-;
somos nosotros, descargados de sombra, semillas en la noche,
aquellos que miran venir las sinfonías diurnas a través de la ventana que los
junta.
Sentado y lleno de las voces, no estoy ahí donde me siento.

La estancia del mundo es sin contornos:
una carrera avasallante, impaciencia de las pieles por tocarse, la caída
sin cesar de las cosas por su peso;
en ellos que descuellan de su sombra un mundo real adquiere su certeza.

Nuestra casa es apretura que entrelaza espacio, árboles y hombres
-la respiración mira su ceder, alba voz que llega por el centro de tu cuerpo,
ojal de transparencia;
yo rodando sostenido por el peso que astilla un centro en mil astillas;
dividido soy un cruce de caminos.

El agua ruda, el agua que urde:
qué toca hurgando en la memoria roja,
qué busca en las palabras que callaron:
la intuición de una señal que escurre al sur de dónde, hacia lo bajo de quién
si lleno de mis voces, no estoy ahí donde me siento.

Cuál extremo del río que cruzo sin cruzar es bueno para despertar del todo.



II
La noche lanza su costado encima del recorte de los cerros:
hondos como espaldas, tímpanos de negro,
el viento arrastra sobre ellos los humores de la niebla.
El paisaje es paladar de tierra y agua.

La culebra húmeda del viento muerde la más honda transparencia.
Zumban las colmenas del reposo.

La calma despierta:
trueno y sombra son piernas que mueven y remueven las distancias:
lo lejano hila con los dedos de mi mano.
Las nubes pulsan luz dentro de su sueño acampanado
-el rayo es su badajo silencioso.
Su estruendo no es el ruido; a punto de caer es su mecerse,
de la suagua huele a estancia que se amplía,
su casi caigo es dulce, morada adivinanza que reúne al hombre con su noche.

Cascabeles que florecen son la espuma del momento.

La noche es indecible.
La cuna de mis ojos vierte su semilla,
planta su costado
a la sombra de la lluvia con su calma dura
en medio de eso negro que se oye y es vibrante duda...
La sonrisa que nace es su respuesta:
La ignorancia que es raíz es mi resguardo.



III
Cabe la lluvia en las distancias de mi cuerpo.
No cielo: demuestro de nosotros en cascada;
cabe la lluvia en cada gota, cauce que une, universo,
se abren las manos increadas, posibles, discutidas, desbordadas:

Despierta el hombre, embarazo de su sueño;
la mujer en la ventana canta música sin sombras,
el agua de su boca escande cabellera de su espalda,
desciende y es morada de la vista;
los ojos beben alimento de su canto.
Ante ellos amanece la ciudad pequeña como un parque,
minuciosa en los contornos de la música que ruge.

En su remanso encuentro mi sentido,
camino una calle nueva, sin fronteras,
cada paso nuevo umbral
cada paso nueva voz iluminando la penumbra
cada paso

7 comentarios:

Noelle dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Leonel dijo...

Gracias por el comentario acerca de los poemas y muchas gracias por señalar el error ortográfico. Pondré más atención a mi falta de atención.
Leonel

Noelle dijo...

Hermoso todo lo que Leonel escribe, tan relajante, como para leer despacio, saboreándolo poco a poco.

Por cierto

"qué toca urgando en la memoria
roja"

sería hurgando, con hache. Nada más esop :)

saludos!

Rodrigo Castillo dijo...

Noelle, ya está la "h" faltante, buen ojo, un saludo y a Leonel también

RC

Leonel dijo...

Ola Rodrigo. Me onra tu gesto de corregir mi herrata, agradezco tu atención. La letra H es de las más bonitas y no debe faltar haquí ni allá.

Saludos,

Leohnel.

Noelle dijo...

Hola Rodrigo, sip ya está, lo que pasa es que después quise corregir mi comment, y no pude más que eliminarlo y volverlo a poner con otra fecha, pero ya quedó extemporáneo...
saludos tambien a ti, y felicitaciones por el blog ;)

Anónimo dijo...

Muy buenos poemas,
solo con el primero me convenciste para ir a la presentación de tu libro, por eso y por que lo presenta mi profesor Felipe.


Atte:

ALEXANDER Q.