18 marzo 2007

Tedi López Mills

















mencionada por
Julio Trujillo

menciona a
Pura López Colomé
Alfonso D'Aquino
Myriam Moscona
Gerardo Deniz
José Luis Rivas


Bio-bibliografía


Tedi López Mills nació en la ciudad de México. Es autora de los siguientes libros de poesía: Cinco estaciones, Un lugar ajeno, Segunda persona (Premio Nacional de Literatura Efraín Huerta, 1994), Glosas, Horas (Beca de Poesía de la Fundación Octavio Paz, 1999), Luz por aire y agua, Un jardín, cinco noches (y otros poemas), Contracorriente, y del volumen de ensayos, La noche en blanco de Mallarmé. De 2000 al 2006 perteneció al Sistema Nacional de Creadores de Arte.


Poética


Sólo a veces: suspensión de la incredulidad.


Poemas


U

Me elucida cara en discordia, diablo babeando hasta en la leche, afuera la lluvia, adentro la sardónica evidencia de las paradojas, pan duro, mojigata la señora me cuenta, yo mirando su escote hundido en la grasa del cuello, pan suave entre los dientes, pica de nuevo, hocico, dos o tres epigramas, muñón de concha, como si nada una ventisca que remeda en los manteles la sutileza de la gasa, me describe, paloma y polvo, lo genuinamente mexicano, y oigo pensando, ese apelativo que se me pega con un laberinto adicional en la oreja, solariego entre mis bastidores, ese rito de cascos y coronas, será la nación, mi señora de tiza, de borla, de esquila, lo será esa resolana entre tabiques, esa racha de mala política, ese difuso grafiti de alguna idea de país camino a la tiesura de una pancarta, ¿genuinamente mexicano?, señora
lírica, por mi parque de arboledas divulga una rata la misma historia, allende el monte, ¿hortelano en un jubileo de arroyos o égloga distraída por el saqueo
de sus habitantes?, la pregunta afirma su contrario, he visto, señora coqueta,
cómo una estructura, discursiva en su descenso, se inmiscuye en mi colonia y acaba haciendo patria, bocacalle, vecindario, melodía breve, rancio musgo, cómo la rata de hoy, deambulando entre troncos antes de evolucionar hacia la ardilla, se extiende hasta mañana, escarba cuánta leyenda diminuta en su pesquisa, señora de estopa, y resuelve: sobra el futuro, ¡tanto y luego tanto!, por quién toca, a la puerta, y qué puerta, de aldabones, qué inmensa puerta la que se abre hacia fuera, mundo por fin, mexicanamente, aunque yo no genuina, amortiguo la caída, voy, ya voy, anda, tiéntame, diablo de marras, dime qué mitad de mí corresponde a este paraje nacional, pues vivo de su cauda y mi resquemor en la sortija de su lumbre se parece a un tributo que le rinde un instante geométrico al resto de una sombra, padre o madre, me comentan que hay fronteras internas y externas, un destino de la línea, buena, mala, cuánto daría por saberlo, adoquín bajo el ansia, ¿licenciado o poeta?, declárese que hay híbridas multitudes que conciben su espíritu variopinto de modo unitario, siempre cuchicheando
por la estrofa y más vivo que nunca, afirman zarpa en mano,
ésos que me lo regatean.

De Contracorriente



Nieve


Lo más extraño de la nieve
es no haberla visto
pero convocarla
como un hábito del asombro
o una condición de ciertas palabras.
La nieve solícita de Lezama,
por ejemplo,
su nieve perpleja en el trigo,
su festón enhebrado de nieve,
su pulpa cortesana,
sus insectos ciegos
a pique por el flanco frío,
sus nieves declamadas,
sus nieves invitadas,
sus nieves que escrutan
gamos en el bosque
y hojas cubiertas
por la escarcha de una luz
tan tenue como la fábula
del invierno fijo en las palmeras
que se deshace
con el primer golpe de sol,
su rastro de arena,
y la brisa canicular pintada de verde.

¿Qué es esa nieve
retenida por sus paradojas?
¿La nieve de alguien,
íntima e intransmisible,
o la nieve del mundo?
Una analogía redundante:
si el mármol es parásito de la nieve
—no a la inversa—
la cercanía blanca es tan absoluta
que entonces se anula.
Y no hay conocimiento.
Pero con otros colores,
con otros hechos
el símil puede tener
la consistencia de un acto.
Nunca he visto el muérdago,
su amarilla natividad,
sus bayas pálidas en el roble,
su forma suelta y sin corona.
Sé que hay umbrales precisos
donde impone la costumbre de un beso
o épocas en medio del verano
próximas a la sequía
en que arde en una fogata
por sacrificio o por memoria.
Según los druidas
(que para mí son como la nieve)
el muérdago lo cura todo,
es sabio e inmortal.
Lo mismo podría decirse
de cualquier cosa que se desconoce:
el tojo en el mediodía
de un monte quemado,
el baobab en la tórrida llanura
o los tisanuros en un hoyo
distante del viento.

La nieve a veces no tiene linderos,
redime castas, fechas, días,
hace ritos en la tierra
que invierten el orden
de lo que buscan los ojos.
Entonces las quimeras
ya no se miran
tras la reja como antes.
Y así ocurre de repente:
cuando descubrí la nieve verdadera,
la nieve sola,
ya no importaba.

De Luz por aire y agua


Secuela

(segunda)



Es el tiempo del canalla,
es el sol del buitre,
es el cielo de la mosca.

Enumero en relieve
este friso de anomalías.

La temperatura reiterada como un eco
en la canícula singular del morbo
y afuera el animal de la conciencia
perseguido por una circunstancia pedestre:
cruzar la calle o infringir la luz roja,
batirse con una esquina
para librar la encrucijada,
mirar de reojo el uniforme,
la bota caída al norte de un charco
como un pie solitario
que perdió la retaguardia del cuerpo
y al cabo de un día el sueño de la distancia.

Enumero el desatino del aire
que no puede resumir la medida del aliento.
El plumaje caído contra el plomo del piso,
el racimo de nubes y tela
que convive con el cable tenso
como si creara una especie intermedia,
un relevo entre el pájaro y la rama.
Enumero la atmósfera de breves peticiones,
la cúpula donde la sombra o la brisa
podrían restituirse si el clima
no estuviera mutilado
por el estribillo de una predicción:
no habrá otro resquicio como el de ayer
donde percibí el bálsamo de una luz
contigua al frío, su idea remota,
luego esa escarcha en la frente
como un rasgo de amor o de gracia,
la virtud de una nieve repentina
y la tregua blanca en el cuarto.

Adónde se va en medio de una vida;
hablo de la ceniza
y una pasión tan extrema
como el incendio y su verano
anticipado por la chispa,
hablo de la distorsión de un sonido
en el bosquejo de los dedos y la flama.

No sale el mundo hoy, no regresa;
queda la parodia,
el trayecto burdo
entre la mirada al techo
y el consuelo de una ventana,
la destreza del fresno,
la higuera detrás del tinaco
y la viga en el ojo ajeno.

Esta década no sirve para despedirse,
no sirve la huida
si no deja los rastros de una ruta,
no sirve el oxígeno cerrado en un puño,
las manos compulsivas que cuentan
tantas briznas de pasto
y tanto gramaje de polvo;
no sirve la muerte pequeña al final de la tarde,
la resurrección en la última escena
cuando se disuelven los hechos
y el duende del error
se posa junto al cuello
como un loro distraido por el silencio
que olvida su única frase:
esta región apesta,
this south stinks peace ;
pero no, es aun más fácil,
huele: siempre hay un mar escondido
cuando se gasta el encierro.
Esas olas vuelven
como si tuvieran albedrío.
Y es el festín de esta máquina
decidir si eres o no eres.

Canalla entonces el tiempo cuando dura así
sin los dones evolutivos del instinto,
sin el atributo de la impaciencia.

Y esa idolatría de la imagen:
el buitre del sol en la llanura bermeja,
la mosca del cielo matizada
por el motivo de alguna ruina,
el cascajo y el óxido,
el dudoso metal de una efigie que perdona
y la abstinencia porque esto,
la alegoría o la magia, no sigue.

De Horas

6 comentarios:

nohaypoema dijo...

qué buenos poemas, qué sorpresa, sobre todo me encantó el primer texto: la prosa convulsa.

atte
rodrigo
p.d. con disculpas anticipadas por hacer un comentario impresionista.

Daniel Saldaña París dijo...

Estoy de acuerdo, Rodrigo, ese primer poema es una maravilla, dicho así al botepronto. Me exalté y todo.

Anónimo dijo...

yo tambièn estoy de acuerdo con rodrigo: su comentario es impresionista.
Y tambièn con lo de la prosa convulsa. Saludos.

Anónimo dijo...

FELICIDADES POR
PARAFRASEAR
GRAN LIBRO
Y QUÉ BONITA PORTADA

SALUDOS DESDE VERACRUZ
NORA

prd dijo...

Nieve, qué hermoso poema y qué oficio. Tedi: me agradaría espcialamente publicar un poema tuyo en mi blog,
www.elpoetaocasional.blogspot.com

Anónimo dijo...

a mi me parecieron pretenciosos y sin mucho contenido.