20 mayo 2007

Pablo Domínguez












mencionado por
Daniel Saldaña

menciona a
Juan Pablo Ruiz Núñez
Claudia Muzzi
Alan Page
Gema Santamaría
Ingrid Solana



bio-bibliografía

Pablo Domínguez, Ciudad de México. Asistió a la universidad a pesar de su repulsión. Reflexiona sobre el acto de escribir a la vez que siente obsesión por los cuerpos, por el tacto, la pulsión y el deseo. Se perfila hacia la traducción de la obra por amor a la minuciosidad. No escribe solo, siempre hay alguien más en la voz, o detrás, o en el rastro. Últimamente privilegia la coherencia, la cohesión, la tenacidad en el proyecto. Se exhibe en

laescriturasalvaje.blogspot.com


Poética


"Escribir, obviamente, no tiene importancia, escribir no importa. A partir de eso se decide la relación con la escritura." –Maurice Blanchot.

Ya no se trata de manifestarse, del aparecer, ya no se trata de hablar. Se trata de yacer todo lo profundo, no para reconocerse allí ni encontrar la fulguración de cualquier posibilidad de pertenencia o rostro o escombro, sino para afirmar una última vez lo incomprensible, el acto ilegal que lo estremece. Habitar casi en el interior de un estertor hueco, de un secreto; allí donde crecen los fetos embarrados, donde la carne se revifica. Fango, miasma, espesura de putrefacción, manifestarse: pero sólo como la tensión abstracta e infinita donde el colapso.
Entre los intersticios del pliegue y el aborto, en su escurridiza llaga, en su efímera desaparición, allí optar cualquier voz que no reclame nuestra carencia.


Poemas


Únicamente el intacto relámpago


1.


a Chantal Maillard


Leer para llorar
para arrojarse con más fuerza
al acantilado para no
volver de ahí a el acá o el siempre
para arrojar más lejos al tiempo
e inundarlo de pliegues, líneas, palabras,
pensamientos, para desescribirlo.

Leer para dejarse leer
leer para hacer crecer el
vértigo y la culpa hasta
parecer sólo su hueco.

Leer “para cruzar el desfiladero
de nuestra mirada”.

Leer para reducir el mundo a
su intacto llanto. Leer para no
tener nuestra emoción sino
sólo la quebradiza caída,
sólo el efímero caos
sólo el deslizarse puro de las
letras sobre el surco de los sesos.

Leer para perderse
la vida y no
dejar nunca más
la pérdida.

Leer para estrellarse
en la vida, para romperse
en la vida desde su locura.

Leer para conmover
a la luz, para
llorar por alguien que
nos deja, para esperar
a alguien que nunca va
a esperarnos.

Leer para inscribir en los huesos
la historia de nuestros nombres,
gestos hijos de murmullos.

Leer para hacer crecer el lenguaje
como una transparencia invisible.


2.


Enfrentarse de nuevo a esto que ahora muerde desde la incandescencia su yerto espacio. Demoledora ráfaga en el espanto que lo devuelve para purificarse. Algo debe iniciarse como un rito sin memoria. Eso que en la escritura es siempre nuevo y siempre vivo, a eso arriesgo el pulso sostenido entre las letras.

Desde no sé qué olvido reconozco el cuerpo que posa en esto su eructo enfermo. Ya exhausto y descuartizado, comprende lo que lo solicita. Hay que rasgar sin tregua todo lo que otra vez funcionaba sin estar consciente, permitir al instinto desconocerse, cuestionar el hábito, razonar (abrir, sesgar, cortar) la rutina. Trabajo sobre lo trabajado, trabado, rajado. Tropismo de nuestra mímica. Asediar la personalidad desde la persona. Vomitar a la persona. Ahogar los vertederos y los restos fosilizados de su aprendizaje. Asedio a la memoria biológica, a su funcionalidad. Deslizar el fermento sulfúrico recogido en el espasmo de los sueños, de las masturbaciones, sobre el surco de los sesos. Acatar con sufrimiento la inoperancia del pensamiento, y permanecer inoperantes. Obligar al lenguaje a reconocer su absurdo, su culpa, su crueldad, su pus.

Algo se mantiene intacto en la destrucción del tedio. Sobre la falta (la carencia) no se erige otra cosa que una falta más exacta. El nudo que de tanto en tanto fuimos apretando hasta la asfixia no podría no desatarse. Es por eso que se desgarran en las vacilaciones los vocablos inertes, las violaciones (s)in-tácticas, hasta quedar aturdidas en su carnicería gramática.


3.


secretos


El ardor es un rito prohibido que sólo la herida produce
funde en la horma glaciar el denso magma de nuestra ceniza
nos violaremos sumisamente en una ignición criptógama
para licuar nuestros huesos inertes y perecer bullendo

...

Busco el volcán en tu incendio. Busco su ardor inundado en el cráter de tu cuerpo -íntimas brasas que se sumergen en fuego. En el núcleo de tu llama las quemaduras pinchan mis vasos sanguíneos haciéndolos crepitar. Me enciendo y soy tus pezones trémulos, tiritando excitados en la erupción. Nada logra contener la explosión de tu abrasada latencia, que sepulta la noche y calcina sus espectros. Asido en la lava me dejas uncirme a ti.

...

Hallé en el crepúsculo la fuerza para irme contigo a lo ilegal. Haremos el viaje atravesando por carreteras prófugas los márgenes de nuestro mundo, huyendo contigo de todas las prohibiciones que encarcelan a los otros. Iremos hacia los pueblos secretos, ahí llegaremos a los hoteles cómplices, andaremos por calles oscuras que nunca se cruzarán con aquellos que nos acechan.

...

En esa lenta purificación del calor apenas tocarte era estar empapado, escurriendo en vapor sobre los témpanos erotizados por los que iba recorriendo la piel carbonizada del mar.

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